Siempre en el recuerdo
se esconde la llave del futuro,
pues no son nuestros hijosmás que la vaga sombra de sus ancestros;
lo que soñamos siendo niños
es el pan de nuestros nietos;
son sus palabras
el eco de nuestro acento;
y sus amores,
el arrullo de nuestros besos.
Cuando el escribidor sueña,
ríe el niño,
y recuerda el abuelo.
Y así supimos que todas las Penélopes
siempre tejen su tapiz a contraverso;
que un instante de "esplendor en la hierba"
también puede ser eterno;
que la muerte de un amante
"paró todos los relojes,
desconectó el teléfono";
y que mientras un capitán pirata
surcaba alegre
mares y océanos,
Baltasar y Blimunda
se amaban en su propio universo.
Tú, que eres narrador sin aliento,
que al sonido de tus palabras
compones la música del sueño,
esculpes otros mañanas
y das esperanza al deseo;
tú, que el porvenir adivinas
y que en nuevo tornas lo viejo,
cuéntanos otro cuento,
mece las olas del tiempo
y sana al corazón enfermo.
y sana al corazón enfermo.
*Los versos entrecomillados fueron escritos por los poetas W. Wodsworth y W.H. Auden respectivamente.
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