sábado, 7 de abril de 2012

El desencuentro o la hiel.

Raudo, veloz,
te acercas a mí 
con tu piel teñida de enero gris.
                                   Yo ansío tu mirada,
pero pasas de largo, te alejas
dándome la espalda,
ignorando 
con desprecio
                                  que te amo. 
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Desprendiendo
jirones de dolor que me desangran, 
reducida 
a un yo deshecho, 
expuesta,
vulnerable ante un mundo al que ya no me enraíza nada,
derramo lágrimas heladas. 

Roto ya el espejismo del amor, inerte el deseo,
el futuro amarga.
Y descubro
que ningún enero nevó ni ningún abril murió
mas que después de ti.

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La nueva alborada me descubrió desnuda, tumbada sobre un lecho de arena mojada.
Las olas me rodearon hasta modelar mi cuerpo y ocultarlo a las miradas.
Me arrastraron al mar, con su rítmico oleaje de mañana cálida,
y entre leonas y gaviotas rompí mi antiguo traje de sirena,
me convertí en gotas de mar,
descompuesto mi yo en mil gotas de esmeralda y azul agua.
Esparcí en la inmensidad cada pequeña gota de mí, diluida en este, oeste, norte, y sur.
Nadie podrá encontrarme jamás.
Nadie más.
Porque ya no soy más que lo que queda de mí,
en mil moléculas marinas deshecha,
tras el colapso del amor, tras la consciencia de lo real,
tras la decepción de la inocencia, caído el muro de la ilusión,
cuando el velo de la esperanza se rasga,
la materia es sólo espejismo, la emoción es eterna realidad.


Sirena agonizante (Pulo)
http://www.loscuatroelementos.wordpress.com/



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